4. VIETNAM/CAMBOYA: HOIA AN (2008)
20:32
Hoi An es uno de los lugares con más encanto de Vietnam. Edificios antiguos (muchos declarados Patrimonio de la Humanidad), gente amable y mercados vivos y coloridos.
Madrugamos para asistir al mercado de pescado, fuimos al santuario de MY SON (Patrimonio de la Humanidad) y nos embarcamos por el río Tu Bonh.
HOI AN
Llegamos a Hoi An por la tarde. La ciudad es uno de los lugares con más encanto de Vietnam. Está atravesada por el río Thu Bou y su centro histórico fue nombrado Patrimonio de la Humanidad. Sus casas, templos y museos son una amalgama de influencias chinas, japonesas y francesas.
Un divertido paseo en cliclo con todo el grupo.
En el centro de Hoi An hay multitud de cafés, restaurantes, tiendas y talleres artesanales que confeccionan ropa, zapatos a medida e incluso joyas, en menos de veinticuatro horas y a precios muy reducidos.
Patio de una vivienda
Roger, nuestro hijo, decidió alquilar una bicicleta mientras nosotros íbamos de compras. Le encantaba perderse por los lugares más recónditos de la ciudad, tomar contacto con su gente, amable y apacible y hacer fotografías.
Uno de los rincones más conocidos de la ciudad es el puente cubierto japonés que fue construido, en 1590, por la comunidad japonesa para unir su barrio con el de los chinos. Su forma semeja un joyero de piedra colocado sobre pilares de madera pero lo curioso es que su ancho, permite el paso de cualquier persona que cargue sobre sus hombros un poste de bambú con dos cestas en los extremos (denominado "nanh").
Atravesar este puente no sólo es cruzar un río, sino sumergirse en un mito. Se cuenta que está construido sobre la vértebra más débil de un monstruoso dragón legendario, cuya cabeza está en la India y la cola en Japón. Cuando el monstruo se agitaba, los desastres ocurrían sobre Vietnam pero el puente siempre consiguió aplacar a la bestia debido a su peso.
Farolillos típicos de la artesanía de Hoi An.
Toda la zona que bordea el río está plagado de antiguos edificios construidos hace dos o tres siglos por ricos comerciantes, muchos habitados por sus descendientes y declarados Patrimonio de la Humanidad. Pudimos acceder a ellos comprando una entrada en la Oficina de Turismo, que permitía la visita de cinco lugares, entre los que había varias casas particulares, templos, asambleas y museos.
Uno de los que visitamos fue la Sala de Asamblea Cantonesa, con una alegre entrada que había sido restaurada recientemente. Nos resultó un lugar atractivo por su patio lleno de plantas, decorado con un gran dragón y tallas de carpas.
Nos acercamos a los puestos del mercado a orillas del río. A un ritmo estrepitoso, iban llegando barcos que liquidaban su carga a los minoristas desde cubierta, en un plis plas.
Nos dijeron que a las cinco de la mañana se iniciaba el mercado del pescado y no nos lo quisimos perder. Madrugamos pero valió la pena. Cuando salimos del hotel aún era de noche y al llegar al recinto las barcas empezaban a llegar con toda su carga. A pesar de ser los únicos turistas que nos entrometíamos en su ambiente, nadie se molestó por nuestra presencia y todos siguieron inmersos en sus tareas.
Una pescadora nos ofreció su barca y fue más fácil observar todo el trajín desde el agua mientras comercializaban el pescado recien traído.
Algunas barcas llegaban impulsadas por remos que siempre manejaban mujeres descalzas, con sus sombreros cónicos y algún pitillo en la boca. Las cestas llenas de pescado fresco.
Continuando el día, después del madrugón en el mercado del pescado, nos unimos al grupo para visitar el santuario de MY SON (Patrimonio de la Humanidad), donde se conservan los restos de una antigua ciudad imperial del reino de Champa.
Al llegar recinto, hay un mini-bus que traslada a los visitantes a los dos kilómetros que faltan, para comenzar a ver las ruinas que están esparcidas en grupos, señalizadas por letras, con senderos que las comunican.
Las construcciones de My Son abarcan templos, torres, tumbas y estructuras de ladrillo rojizo, que van enlazando las distintas edificaciones. Se cree que para conseguir una resistencia mayor, los cocían a fuego lento y más tarde los ensamblaban usando una especie de resina, de la que aún no se han identificado todos sus componentes. Una vez levantado el edificio se encendían hogueras a su alrededor durante varios días. El propósito era que la resina, al calentarse, se introdujera por los resquicios hasta convertir la construcción en un bloque sólido, compacto. Finalmente, se embellecía y decoraba.
Los templos de My Son tienen influencias indias e indonesias, apreciables particularmente en las esculturas en piedra, con forma de diosas.
Si bien Hoi An fue respetada durante los bombardeos de la guerra, no lo fue así My Son, donde se pueden observar cráteres dejados por bombas e impactos de balas sobre las piedras.
De vuela a Hoi An, un paseo tranquilo por el río Tu Bonh.
0 comentarios