7. HIMALAYA. PERCANCES DE UNA RUTA.
18:28
Nuestra ruta por el valle del Himalaya, a través de la “Manali-Leh highway” (la segunda carretera más alta del mundo transitable por vehículos a motor), estuvo llena de penurias y tuvo un mal desenlace del que, afortunadamente, salimos ilesos.
Agosto del 2010
Decidimos nuestro viaje al Norte de la India en el mes de agosto, porque nos dijeron que el Himalaya frena los monzones y es uno de los mejores meses para llegar a Leh (el pequeño Tibet), ya que la ruta se hace intransitable en otras épocas del año. Pero los pronósticos a veces fallan y contra la fuerza de la naturaleza, no hay nada que hacer.
Esto es lo que sucedió.
Esto es lo que sucedió.
MANALI - SARCHU
Desde Manali, salimos a las 9 de la mañana, con destino a Leh, por la “Manali-Leh highway”, considerada la segunda carretera más alta del mundo transitable por vehículos a motor y que oficialmente sólo abre 2 meses al año, porque el resto del tiempo está cortada por la nieve. El temporal, del día anterior, había atrasado nuestros planes y estábamos ansiosos por ponernos en marcha.
La carretera se dirige al norte, a lo largo del valle del río Beas y va ascendiendo lentamente a través de pinares y saltos de agua, que bajan de las montañas. Tiene tramos asfaltados y muchos otros sin asfaltar, y cuenta con tres pasos por encima de los 5000 m. de altura.
La carretera atraviesa valles, montañas y ríos con un paisaje espectacular.
A medida que ascendemos, el paisaje va cambiando y la vegetación va desapareciendo hasta llegar a las desnudas laderas rocosas, por encima de las nubes.
Empieza un camino bastante estrecho, sin asfaltar y con alturas de vértigo. En algunos tramos es de sólo un carril y difícil de maniobrar.
Este paso es una ruta comercial entre los pueblos y nos encontramos con muchos camiones de transporte de gasolina que aprovechan esta época para llevar suministros a las pequeñas poblaciones, ya que en invierno, a causa de la nieve, no pueden llegar y quedan aislados. También coincidimos con un comboy de camiones militares. Todo esto hace que la marcha sea muy lenta.
El tiempo empieza a empeorar y hay un gran atasco, debido a una serie de deslizamientos que se han producido y que han cortado la carretera. Aprovechamos para ver el paisaje con las nubes a nuestros pies.
El tiempo no mejora y adelantamos muy poco a poco, pero mantenemos la ilusión. Lo que no podíamos imaginar era el estado de la carretera, a medida que avanzamos, empiezan los grandes obstáculos por tramos que se han convertido en verdaderos barrizales.
A los motoristas les cuesta circular, las ruedas se clavan en el barro al borde del acantilado.
Avanzamos unos kilómetros más y de nuevo una larga parada. Con una excavadora están abriendo la carretera que ha quedado cortada, a causa de los desprendimientos de rocas y lodo.
Seguimos la ruta, el tiempo sigue empeorando y cuesta mucho avanzar.
Los obstáculos que hemos encontrado por el camino han atrasado mucho el viaje, se está haciendo de noche y no podemos llegar al campamento donde nos esperan. Paramos en un dhaba (pequeño negocio de la carretera) y nos permiten quedarnos a dormir para refugiarnos de la fuerte lluvia que está cayendo, de nuevo.
Las camas está montadas encima de unas piedras, las paredes cubiertas de periódico, plástico y maderas pero al menos estamos resguardados. Nos ofrecen un arroz con habichuelas, no tienen nada más pero, como no hemos comido en todo el día, nos sirve para engañar un poco el estómago. Nos cobran por todo pero muy poco.
Desayunamos un té. Aunque por la mañana ya no llueve, toda la noche ha estado diluviando. Estamos muy preocupados, no sabemos como continuará el estado de las carretera ante la continuidad del temporal, pero tenemos que seguir.
Algunos autocares y camiones también pararon y pasaron la noche en esta zona.
Pronto experimentamos como la prolongación de las malas condiciones atmosféricas, han aumentado los obstáculos y nos encontramos con algunas carreteras que están anegadas por el agua y son muy difíciles de atravesar.
Los jóvenes se vuelcan a ayudar, con los pies descalzos en las aguas heladas que bajan de los glaciales.
Después de horas de espera y preocupación, conseguimos atravesar a la otra orilla con dificultad y nos recoge otro coche de la agencia que nos está esperando. El nuevo conductor es joven pero con una gran experiencia en esta ruta. Viendo la facilidad que maneja entre tantos obstáculos, nos da mucha tranquilidad
Alcanzamos el paso de Rhotang que está a 3.978 m sobre el nivel del mar. Estamos a 50 km de Manali y parece que hayamos recorrido muchos kilómetros más. Este paso, recibe fuertes nevadas y ventiscas durante los meses de invierno y está abierto para el tráfico rodado tan sólo cuatro meses al año. A finales de junio se había iniciado la perforación de un túnel a través de las montañas del Himalaya, que decían sería uno de los más largos de India y facilitaría la ruta Manali-Leh.
Seguimos la ruta más tranquilizados y disfrutando de los espectaculares paisajes, a través de la ventanilla del coche.
Cada vez más entusiasmados, nos olvidamos de todos los percances que hemos superado.
El paisaje va cambiando en tramos, por completo, .
Empieza una escarpada ascensión hasta el puerto de Barachala, que está a 4.870 metros sobre el nivel del mar, por lo que es fácil sentir síntomas leves de mal de altura.
En una ladera de la montaña vemos las banderas de la oración, esos trozos de tela rectangular de colores que suelen colocar en templos, tejados y pasos montañosos del Himalaya.
Cuando el viento sopla, las oraciones contenidas en la bandera son transportadas a todos los seres como una bendición. El viento es considerado una expresión de nuestras mentes y la energía mental que los activa.
Continuamos atravesando un paisaje fascinante, pasamos por el lago Surajtal y continuamos hasta Serchu, que es donde está el alojamiento de tiendas de campaña, que teníamos para la noche anterior.
Estamos fascinados. El silencio es total.
Llegamos a Sarchu que es la última línea de frontera entre dos estados (Himachal y Jammu y Cachemira). Aquí se encuentra el campamento con las tiendas donde nos teníamos que haber alojado. Nos las enseñan por dentro y nos da mucha pena no haber llegado a tiempo y haber amanecido aquí. El paraje es único.
Al llegar aquí nos dicen que no podemos continuar la ruta. EL Himalaya ha sido vencido por la fuerza del monzón, la tormenta ha destrozado un puente y no hay paso posible para llegar a Leh.
Pedimos autorización al campamento militar instalado en la zona, para llamar a la agencia, comunicárselo y saber que tenemos que hacer. La agencia recibe nuestra llamada con una gran alegría. Estaban muy preocupados por nuestra seguridad, ya que las noticias que tenían eran alarmantes, teniendo en cuenta que contaban que ya estábamos en Leh.
Nos dicen que ha pasado una gran desgracia y que tenemos que regresar, ya, con urgencia, a Manali. Y no nos dicen más.
¡No nos lo podemos creer!. Nuestra desilusión es enorme, además del horror que nos da pensar que pronto se hará de noche y tendremos que volver a pasar por todos los obstáculos que nos encontramos en la subida y sin luz.
¡No nos lo podemos creer!. Nuestra desilusión es enorme, además del horror que nos da pensar que pronto se hará de noche y tendremos que volver a pasar por todos los obstáculos que nos encontramos en la subida y sin luz.
El trayecto se hace larguísimo y pasamos mucho miedo. Circulamos con la conciencia de que en muchos tramos hay profundos precipicios, que no se ven porque todo está inmensamente oscuro. Afortunadamente el conductor es muy experto en esta ruta y nos va tranquilizando.
De madrugada, por fin, llegamos a Manali. Estamos agotados. Nos han reservado una habitación en un sencillo hotel pero antes compartimos un pequeño refrigerio con nuestro conductor.
Al día siguiente nos enteramos de la catástrofe. El intenso aguacero que cayó la noche anterior, precipitó un torrente de agua y barro sobre Leh, situada a menor altura, y viviendas, edificios del Gobierno, campamentos militares e infraestructuras quedaron destrozadas. El alud había causado más de un centenar de muertos.
Decenas de personas y equipos de rescate se afanaban, ya por la mañana, por excavar con ayuda de maquinaria pesada varias zonas cubiertas por el barro, según podía apreciarse en imágenes emitidas por el canal televisivo NDTV que mostraban el destrozo causado.
Leh, se encuentra en un terreno montañoso de difícil acceso desde el resto de la India y con conexiones viarias, como habíamos podido comprobar, muy deficientes.
Según dijeron, era la peor tragedia que habían sufrido en cientos de años.
Quedamos muy impactados por la noticia y muy tristes pensamos en la desgracia de esas pobres gentes, que ya tienen una vida muy difícil de por sí.
Si no fuera por la experiencia que vivimos, podríamos decir que tenemos el recuerdo, aunque agridulce, de una de las carreteras con los paisajes más espectaculares que hemos recorrido en toda nuestra vida y nos gustaría volver.
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