3. DESIERTO DE WADI RUM Y MAR ROJO
12:30
De Petra nos dirigimos al desierto Wadi Rum, uno de los enclaves más famosos de Jordania, donde pasamos una noche. Y finalizamos nuestra estancia en el Mar Rojo, el arrecife marino que está considerado como uno de los más espectaculares del mundo.
DÍA 6. DESIERTO DE WADI RUM (Julio del 2005)
Dicen que es uno de los más bellos del mundo y era una de las experiencias que más ganas teníamos de vivir. Llegamos por la tarde e iniciamos la exploración de este bello lugar en un vehículo 4x4, conducido por un guía beduino.
Atravesando este valle desértico, los nabateos tomaron contacto con los pueblos tamudes que habitaban la zona, de los que aprendieron a comerciar y gestionar el tráfico de caravanas.
Sus doradas arenas y moldeadas montañas rojas han sido escenario de las aventuras de personajes como Lawrence de Arabia y de múltiples películas de Hollywood.
Es un lugar realmente fascinante con escarpadas formaciones rocosas y llanuras cubiertas por arena.
Las caprichosas formas de la naturaleza, unidas a unos colores ciertamente increíbles y la sensación de soledad propia del desierto, hacen de él un lugar mágico.
Las civilizaciones tamúdica y nabatea, grabaron petroglifos rupestres de animales, personas y textos que sugieren las primeras formas del idioma árabe.
Pasamos la noche en un campamento de jaimas, en pleno desierto.
Cena y un poco de ambiente con música árabe.
Antes de ir a dormir nos estiramos en la arena para sentir el silencio mientras contemplamos el cielo cubierto de estrellas.
Una magnífica experiencia.
DÍA 7. AQABA
A 62 km del desierto se encuentra Aqaba, na pequeña ciudad de pescadores situada en el golfo del mismo nombre, en el mar Rojo y en la ribera del río Jordán. Su puerto de aguas profundas es anterior al tiempo de los romanos y, ya entonces, era un centro de descanso debido a su agradables temperaturas.
En Aqaba tuvimos un guía de creencia musulmana, buen profesional pero con actitud muy diferente al anterior guía cristiano. A través de sus explicaciones daba una imagen de fanatismo religioso y cultural que tanto nos preocupa a los occidentales.
En el puerto de Aqaba había mucho ambiente, era un día festivo. Muchas familias pasaban el día y se bañaban pero allí el baño no era apto para los turistas.
Sí que podíamos bañarnos en las playas cercanas del Mar Rojo, donde hicimos snorkel y contemplamos el arrecife marino que está considerado como uno de los más espectaculares del mundo. Pudimos divisar una gran variedad de corales y peces, como el pez payaso, el pez loro o los curiosos peces trompeta (las fotos están hechas desde la superficie puesto que no llevaba cámara sumergible).
En las orillas las mujeres se bañaban vestidas. Debajo de sus ropas podían distinguirse pantalones tejanos. Los hombres pueden tener hasta cuatro mujeres y por las calles ellas van siempre detrás, cubiertas con el chador y las más tradicionalistas con el khimar negro, guantes y sólo los ojos al descubierto.
Esta zona es la parte más turística y las occidentales podemos ir como queramos pero con prudencia.
El último día aprovechamos para hacer compras. En Áqaba había comercios de bonitas piedras: crisocola, lapislázuli, ágatas, amatista, turquesas y adquirimos algunas a muy buen precio.
Un viaje de apenas una semana y el regreso de una maleta con magníficas experiencias.
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