5. MINAS DE SAL DE WIELICKA (POLONIA)

20:47



Una visita a la denominada "catedral de sal subterránea de Polonia". Más de 300 kilómetros de galerías, lagos subterráneos y cientos de salas decoradas con figuras y relieves de sal.


















MINAS DE SAL DE WIELICZKA Y MALOPSKA

A unos 15 kilómetros del centro de Cracovia se encuentran las Minas de Wieliczka, otro de los monumentos catalogados Patrimonio Mundial de Cultura y Naturaleza de la Unesco y que, además, el presidente Lech Walesa declaró Monumento Histórico.

Se tiene conocimiento del trabajo en estas minas desde la Edad Media hasta 1996. Y aunque sorprende la intensa actividad que, en su interior, tuvo que llevarse a cabo, lo que más invita a su visita son los curiosos trabajos que allí realizaron los mineros, en medio de los peligros con los que diariamente se enfrentaban trabajando, a tantos metros de profundidad.

Están situadas a unos 15 kilómetros del centro de Cracovia. Hay autobuses públicos que llegan hasta allí y también excursiones organizadas. Para coches, hay un parking próximo al recinto donde además nosotros recogimos las entradas que habíamos reservado por internet.

Como es uno de los lugares más demandados turísticamente, es importante reservar las entradas con antelación. El precio es alrededor de 20 euros y sólo hay dos visitas diarias, con guía en castellano, a las 11:20 y a las 16:40 horas. Nosotros las reservamos a través de esta dirección:


La visita dura 3 horas, no se puede hacer por libre y si se desea grabar y hacer fotos hay que pagar un pequeño suplemento.



Inicio de la visita

Entramos por una pequeña puerta y empezamos a bajar escaleras. Son un montón. Paula va contando y al final nos dice que han sido ochocientas.



Dentro de la mina la temperatura se mantiene constante a unos 14º-16º y el ambiente no puede ser más aséptico porque la sal mata todo tipo de agente patógenos, nocivos para la salud y es ideal para las personas alérgicas.

Tras bajar a unos 100 metros, llegamos al Pozo Danilowicza, el inicio de la ruta turística. El guía empieza a contar la historia y el origen de las minas de sal que se han estado explotando desde el siglo XIII, convirtiéndolas en unas de las más antiguas del mundo. Actualmente siguen en actividad.



Impresionan sus pasadizos y las estructuras que soportan las paredes y techos, sus salas, sus capillas...



En el recorrido se muestra como trabajaban en el interior y los métodos que se usaban para el transporte de la sal. 

Vamos caminando de estancia en estancia viendo los impresionantes trabajos de los mineros. La primera figura que encontramos está dedicada a Nicolás Copérnico. Cuentan que posiblemente la visitó en 1493 cuando estudiaba en la Universidad cracoviana.


 En algunos lados vemos capillas sagradas que los mineros utilizaban para sus oraciones, en otros figuras de leyendas, como la del anillo de compromiso de la reina Kinga.

La princesa Kinga (Santa Kinga) se casó, a la joven edad de 15 años, con Boleslao V el Casto. Dice la leyenda que un día Kinga tiró su anillo de compromiso en la mina Maramuresz. De forma "mágica", tanto los yacimientos de sal como el propio anillo se trasladaron a Wieliczka y éste fue hallado en el primer bloque de sal que se extrajo de la mina. 







En la Capilla de San Antonio se celebró la primera misa en 1649. De hecho, esta capilla se considera el templo subterráneo más antiguo conservado hasta la fecha. Está iluminada por una bella araña adornada con cristales de sal.



Siguiendo el recorrido se pasa por un pequeño lago, que no es natural. Está formado debido a que la sala fue inundada con salmuera. Es la cámara de Weimar y además de agua la cámara también se inunda con la música de Chopin (otro ilustre polaco) que en su época visitó las minas. 


Llegamos a la cámara más impresionante, que es la Capilla de Santa Kinga.   Fue fundada en 1896, tiene 54 metros de largo y entre 15 y 18 metros de ancho, sin contar con los más o menos 11 de alto. . En ella se puede disfrutar de una diversidad de trabajos manuales en sal y esculturas en la paredes que sorprenden en cada rincón.

Del techo cuelgan cinco grandes lámparas cuyos cristales están tallados en sal. 

En una de las paredes se puede ver tallado el relieve de la Última Cena de Da Vinci. Hay otros como el cuadro de "Tomás el Incrédulo" o el de "Las bodas de Caná".



En el altar de esta enorme sala, ocupa la posición principal la estatua de Santa Kinga,  protectora de los mineros, flanqueada por las estatuas de San José y San Clemente.










En esta sala vemos también la figura en sal de Juan Pablo II que fue realizada como agradecimiento a la canonización de Santa Kinga que hizo durante su papado.


Llegamos a la cámara de Michalowicenmensa.  Tiene 35 metros de altura y  una estructura inmensa de vigas de madera, de la que cuelga la lámpara de araña más grande de toda la mina.



Y seguimos por la gruta de Josef Pilsudski (presidente de Polonia) que también tiene un pequeño lago. De hecho, esta sala y la anterior están conectadas por un túnel por el que hace tiempo se podía navegar con una pequeña barca de remos. Cuenta la guía que, durante la guerra, unos soldados alemanes, en su intento de entrar en la mina, cayeron en el agua y se ahogaron.


El recorrido termina llegando a la cámara Stanisław Staszic. Una gigantesca sala de 36 metros de alto donde se encuentra una tienda de recuerdos y un restaurante.

Afortunadamente no tenemos que ascender a pie los ochocientos escalones. Un ascensor nos devuelve al exterior, elevándonos de los 800 metros bajo tierra a ras de suelo, en menos de 30 segundos. Y al salir de la puerta de la mina volvemos a tener posición de nuestro mundo y de la luz exterior


Una visita verdaderamente impresionante, aunque confesaré que, más de una vez, me entraron ganas de pasar la lengua para asegurarme de que aquellas figuras eran realmente de sal.
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