11.GRECIA: FOLEGANDROS.
17:25
Folegandros es una de las cícladas más pequeñas y tranquilas. Estuvimos dos días alojados en Chora (la capital) y alquilamos un coche para recorrer la isla y algunas de sus playas. Dicen que es la isla de la paz y, realmente, es algo que transmite nada más poner el pie en ella.
Miércoles 20 de junio, 2018
Salimos de Mikonos a las 9:40 con la compañía Hellenic Seaways rumbo a Folegandros y, después de hacer varias escalas por las islas de Naxos, Giros y Sikinos, llegamos a nuestro destino a las 12:32h
El puerto de Karavostasi, nos ofreció las primeras imágenes de la isla, extremadamente árida y sin apenas vegetación. Al pie de la montaña edificios blancos posaban en un ambiente muy tranquilo y, en contraste con Mikonos, nos pareció un remanso de paz.
Folegandros es una pequeña isla de las cícladas, de tan sólo 32 kilómetros de largo por 4 de ancho. Una sola carretera asfaltada une las pequeñas poblaciones de Karavostasi (el puerto), Chora (la capital) y Ano Meria (la más rural). Todo lo demás son senderos que llevan a distintas playas.
Al ser una isla donde no llegan los cruceros, no se concentra el turismo de masas, por lo que es muy tranquila e ideal para pasar unos días de relax.
Cuando atracamos en el puerto nos estaba esperando Valentine, la dueña del hotel Solaris que habíamos reservado en Chora (la capital) y que ofrecía el servicio de enlace gratuito con el puerto, situado a 3 km.
El alojamiento estaba bien situado, a 300 m del centro de Chora y con una panorámica fantástica del pueblo y la iglesia de Panaghia, icono de la isla.
La imagen del pueblo, con la rampa de acceso a la iglesia Panaghia, en lo alto de la colina, en forma de zig-zag, es una de las estampas más bonitas y pintorescas de Folegandros.
Chora es una de las ciudades medievales más antiguas de las Cícladas y uno de los lugares más pintorescos de la isla. Esta antigua ciudad fortificada, a 210 m sobre el nivel del mar, fue construida a principios del siglo XIII por los venecianos, que conquistaron las Cícladas tras la caída de Constantinopla y que tenían la ambición de construir una fortaleza amurallada en cada isla, primero para afianzar su poder pero también para proteger a los habitantes de los piratas, que abundaban en estas zonas del Mediterráneo. Muchas de estas fortalezas están ahora en ruinas y otras medio deshabitadas pero la de Folegandros tiene una ocupación del 90%. y no ha sufrido ningún momento de abandono durante estos siglos, por eso se ha conservado tan bien.
El casco antiguo de Chora está unido por tres plazas con árboles en el centro y cerrado al tráfico de automóviles y motocicletas. Está muy bien conservado aunque es pequeño y se recorre enseguida.
Por todos los rincones y a la sombra de árboles y parras vemos las tradicionales tabernas donde uno puede relajarse a la fresca, tomando algo o saboreando la gastronomía del lugar en un ambiente tranquilo y agradable.
La zona más auténtica de Chora es el barrio de Kastro que formaba parte de la fortaleza construida por los venecianos en 1210. Tan sólo son tres calles con antiguas casas encaladas y pequeños balcones de madera. Estas viviendas nunca han estado deshabitadas y se han conservado. Se accede a ellas por una de las plazas.
Son los habitantes de las islas los que se encargan de encalar cada año las paredes de sus casas y las callejuelas. Aprovechando la ocasión, pintan también las iglesias de su barrio. Las mujeres, por su parte, se ocupan del interior de las capillas como de sus propias casas y consagran una parte de su tiempo libre a barrer el patio, a lavar el interior, a sacar brillo a los candelabros de cuero y a untar de aceite las lámparas de plata.
Los blancos muros encalados, resaltan con el azúl del cielo y el mar.
En la suave brisa que pasa por las callejuelas, se puede sentir el perfume de las plantas de albahaca que muchas casas colocan en balcones y puertas y que además de decoración sirven para ahuyentar a los mosquitos y en la gastronomía para preparar el pesto.
Buganvillas e hibiscos coloreanla mayoría de los rincones.
Iglesia de Panaghia
Por la tarde ascendemos hacia la iglesia de Panaghia (literalmente iglesia de Nuestra Señora), está situada en lo alto de la montaña, al lado de Chora . El camino encalado, al borde del acantilado y en forma de zig zag, dibuja la ruta del sendero, con un desnivel muy pronunciado,
Es un paseo más fácil de lo que parece. No se tarda más de media hora en llegar y vale la pena la caminata porque las vistas del mar Egeo y del kastro de Chora, encima del acantilado, son espectaculares durante todo el trayecto.
Se trata de una iglesia del siglo XVII, que también fue monasterio y ofrecía refugio cuando los piratas amenazaban a la comunidad.
Normalmente está abierta al publico de 18:00 a 21:00 y dicen que es muy bonita pero, por desgracia, cuando llegamos nosotros, estaba cerrada por reformas y no pudimos visitarla por dentro. Dicen que guarda un icono de la Virgen que en Semana Santa se traslada por todas las casas.
Desde la iglesia Panaghia la panorámica es aún más espectacular. Al ser el punto más alto de la isla se domina de un extremo a otro y eso permite experimentar la sensación real de estar en una isla, rodeada por completo por el mar.
De regreso al pueblo nos tomamos unos momentos de relax. En una tabernas de la las plaza nos sentamos a tomar unas cervezas, unas olivas y un kalasoyna, un producto local de queso que está muy bueno.
Al caer la tarde los vecinos empezaron a llenar las calles del pueblo. Se reúnen en plazas, tabernas y a la puerta de pequeñas iglesias que cuidan las mujeres. Allí hacen sus coloquios y se crea un ambiente único y auténtico.
En el pueblo hay un par de colmados pequeños, una frutería y una panadería que abre de las 4:30 pm a las 22pm . En algunos pequeños y encantadores locales, se pueden encontrar accesorios de moda y recuerdos muy bonitos. Pero hay que tener en cuenta que no hay bancos, sólo dos cajeros automáticos y que en la mayoría de los sitios hay que pagar en efectivo.
Nunca habíamos visto tantos gatos como en Grecia, aparecían por todos los rincones y podemos dar fe de que están todos muy bien cuidados. Como curiosidad, fueron los griegos los que los trajeron de Egipto y quienes expandieron la especie por todo el Mediterráneo.
Por la tarde, nos acercamos a un mirador situado en dirección a la ermita. Desde allí también se obtienen unas vistas magníficas de la costa y el mar Egeo.
Aunque las mejores puestas de sol dicen que son desde la iglesia de Panaglia, en este punto también son hermosas.
La primera noche decidimos cenar en el restaurante Araxé Café, situado en el centro de la plaza, que tiene las mesas situadas bajo un frondoso árbol. Ensalada griega" dakos" (6€), calamares y gambas a la plancha.. Nos costó alrededor de 50€, precios más asequibles que en Mikonos.
SEGUNDO DÍA
Al día siguiente decidimos recorrer la pequeña isla y algunas de sus playas. En el hotel nos prestaron toallas para llevar (suelen dejarlas si se solicitan).
Hay una línea de autobuses que, con bastante frecuencia, cubre los destinos de Karavostasi (puerto) Agali (playa) o Ano Mera (pueblo de interior de donde parten senderos a varias playas). Los horarios están escritos con tiza en una pizarra, en mitad de la plaza.
Nosotros alquilamos un coche (30€ al día). También alquilan motos y quads.
Nosotros alquilamos un coche (30€ al día). También alquilan motos y quads.
Otra opción, que puede ser muy interesante, es hacer una excursión en un barco que sale del puerto Karavostasi y pasar un día dando la vuelta a la isla. Atracan en 4 ó 5 calas para darse un baño y se visitan un par de cuevas. El precio de esta excursión es de 30€ (incluye comida ligera). Empieza a las 11 de la mañana y termina alrededor de las 5 de la tarde. Esta excursión es muy popular y las plazas son limitadas, por lo que es necesario reservar con antelación.
Playas del Sur
Nos dirigimos hacia el puerto Karavostasi, (donde atracó el ferry), una pequeña zona que acoge algunas tiendas, restaurantes, varios hoteles y una playa tranquila.
Pequeños barcos de pesca salen diariamente desde el puerto de Karavostasis. Sus redes amarillas contrastaban con el entorno blanco yel mar azul.
Desde el puerto tomamos una carretera asfaltada que llevaba a la playa de Latinaki y Mouvtáki.
Más tarde decidimos desplazarnos hasta el otro extremo de la isla. Retrocedimos por la misma y única carretera, pasando de nuevo por Chora, en dirección Ano Meria.
Encima del acantilado se distingue Chora y la isla de Sikinos a la izquierda.
El paisaje de toda la isla es extremadamente estéril y apenas hay árboles.
A lo largo de los siglos, los habitantes han creado terrazas en las soleadas laderas del territorio para poder aumentar la producción cereales. Allí no hay hectáreas, la unidad de medida es la strema, que corresponde a 1000 m².
ANO MERA
El segundo asentamiento más grande en Folegandros es Ano Meria. Cubre un área de 3 kilómetros de largo y su estilo de vida sigue siendo principalmente agrícola. En este paisaje árido y azotado por el viento, bajo condiciones climáticas muy difíciles, la mayoría de los hogares todavía son en gran parte autónomos con respecto a sus productos agrícolas y animales.
Las casas de Ano Meria, llamadas "themonies", son pequeñas unidades autónomas agrícolas y de cría de animales.
La carretera asfaltada conduce a la bonita iglesia de Agios Geogios de Ano Meria.
En esta zona hay unas playas muy bonitas pero difíciles de alcanzar. Desde Ano Meria hay marcados varios senderos pero se debe caminar de 40 a 90 minutos para llegar a ellas o bien en barco,
Una de las que tienen comentarios más favorables es la de Agios Georgios. Un cartel indicaba su acceso a través de un camino sin asfaltar y con una fuerte desnivel. Se puede llegar con un quad o un todoterreno pero nuestro coche de alquiler, que no era muy potente, quedó clavado en una de las orillas arenosas y tuvimos que pedir ayuda para salir cuando casi estábamos llegando. Después del susto decidimos no continuar.
Tomamos dirección a Agali Beach. Aunque la carretera de acceso también era bastante inclinada, no ofrecía tanta dificultad.
Agali Beach nos pareció una de las mejores playas. Muy tranquila y familiar, de arena (aunque no muy fina) y aguas transparentes. No tiene servicio de sombrillas y tumbonas pero hay una pequeña zona de sombra natural y unos chiringuitos con pescado fresco del día.
Después de disfrutar de un buen baño nos sentamos en uno de los chiringuitos a pie de playa y tomamos unas cervezas, acompañadas de pescadito fresco y unas olivas negras. Muy bueno y muy barato.
Sin prisas, regresamos al hotel y nos bañamos en la piscina, disfrutando de una bonita puesta de sol.
Finalmente, devolvimos el coche y nos fuimos a cenar. Esta vez, nos decidimos por un restaurante especializado en las tradicionales" pita". Un plato típico de la comida griega que son parte de la vida cotidiana griega y que se encuentran en casi todas partes, con precios muy asequibles.
Las pitas están hechas con ingredientes simples. Están compuestas por una masa (el famoso “filo” griego) que envuelve un delicioso relleno de ingredientes frescos de la estación, generalmente verduras, a los que se les agregan carne, huevos, queso feta, ...
El menú de Gyros+pita+tzatziki+potatos valía 11 €. Era muy bueno y barato. Añadimos la tradicional ensalada y unos calamares rebozados.
No quisimos marchar de Folegandros sin despedirnos de sus callejuelas y su encantador barrio de Kastro. Nos hubiéramos quedado algún día más.
De la isla de Folegandros quedamos enamorados. Dicen que es la isla de la paz y, realmente, es algo que transmite nada más poner el pie en ella.
Desembarcar en Folegandros es encontrarse en la Grecia clásica, con sus placitas sombreadas, sus tabernas, sus aldeas blancas e inmaculadas y su iglesia encaramada. Es una isla pequeña, pero donde aún no se concentra el turismo de masas e ideal para pasar unos días de relax.
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