11. NIKKO

13:00



Desde Tokio nos desplazamos a Nikko, uno de los más importantes  emplazamientos arquitectónicos de Japón, por su  gran colección de tumbas y santuarios, declarados Patrimonio de la Humanidad.  Hacemos coincidir nuestra visita con el Festival Sennin Musha Gyoretsu o "de los mil samuráis", que se celebraba durante esos días. 








Día 17. Tokio/ Nikko

Era el primer día de nuestra estancia en Tokio y habíamos previsto ir a Nikko, un famoso centro religioso budista sintoísta, con una gran colección de tumbas y santuarios declarados Patrimonio de la Humanidad y que, además, está situado en un maravilloso entorno natural entre frondosos bosques. Planificamos la visita para ese día, aprovechando que coincidía con el Festival Sennin Musha Gyoretsu, el desfile de los 1.000 samuráis, que se celebra todos los años en el santuario Toshogu, en los meses de mayo y en octubre.

La ciudad está a dos horas en tren de Tokio. Con el metro de Asakusa nos dirigimos a la estación de Ueno y a las 8:13 tomábamos el shinkansen Yamabiko hasta Utsunomiya, donde enlazamos con el JR Nikko Line hacia Nikko. Llegábamos a las 10:11h

A la salida de la estación JR Nikko nos dirigimos hacia la línea de autobuses privada, de la compañía Tobu Nikko, desde donde salen los autobuses a los templos. El más práctico, para acceder a ellos, es el Word Heritage Meguri Bus, que hace una ruta circular y deja al lado del primero. Existen diferentes rutas y en la misma estación venden pases de uno o dos días. (pase válido por 1 día, 500 yenes).


SANTUARIO KANMAN-GA-FUCHII 

Bajamos del autobus en la primera parada de los templos pero, antes de visitarlos, decidimos hacer una pequeña excursión al santuario Kanman-ga-fuchii y nos desviamos por un sendero, a la izquierda, que unos pocos metros más adelante estaba indicado. Continuamos caminando durante unos diez minutos, por una carretera que descendía y pasaba por una zona residencial. Cruzamos un pequeño puente y  seguimos por un camino que se introducía en el bosque paralelo al cauce del río.




El santuario está situado en una pequeña garganta formada tras la erupción del monte Nantai. El sendero que lleva a  él, bordeando el curso del río, es maravilloso. 




A la entrada del santuario quedamos impactados por el gran número de estatuillas de Jizo que custodian el camino. Como ya he explicado en otras ocasiones, estas estatuas tienen una significado muy especial en Japón, son protectoras de los niños pequeños, las mujeres embarazadas y los viajeros.




Llevaban todas gorritos y baberos rojos y algunas tenían varios montoncitos de piedras bajo sus pies,  que suelen colocar los devotos para pedir protección o ante la pérdida de un hijo, para que les conduzcan a la buena orilla, antes de que lleguen los malvados espíritus.





Originalmente había unas 100 estatuas pero muchas fueron arrastradas por las inundaciones de 1902 y en la actualidad quedan aproximadamente unas 70. Pese a este dato, se las sigue conociendo como Hyaku-jizou (100 Jizos) o Narabi-jizou (Jizos en línea).


Es imposible caminar por la soledad de este antiguo bosque y no sentirse tremendamente impactado por el misticismo y la paz que desprende.




La excursión fue muy agradable, no había nadie y pudimos disfrutarla con mucha satisfacción. Al cabo de un rato, regresamos al camino de vuelta a los templos.


RINNO-JI TEMPLE 

El primer templo que visitamos fue el  Rinno-ji.  El edificio principal del complejo es el Sanbutsudo que estaba cubierto con un gran lienzo y una estructura de andamios  por reformas, que dicen que durarán hasta el 2020. Aun así, su interior se puede seguir visitando, sin problemas, e incluso es interesante ver como se realizan los trabajos de restauración. 



Este templo fue fundado en el año 766,  con el nombre inicial Nikko-san y, como se encontraba bastante aislado,  empezaron a llegar monjes que buscaban un lugar apacible donde entregarse a sus meditaciones. Ya en el siglo XV esta situación era distinta y  el número de edificios a su alrededor alcanzó los 500, de los cuales sólo 15 han llegado hasta nuestros días.


En su interior se encuentran las representaciones de Amida, Senju-Kannon y Bato-Kannon, tres estatuas lacadas en dorado, que representan las distintas manifestaciones de Buda y las tres montañas sagradas de Nikko.


También hay una importante exposición de valiosas figuras antiguas.

Durante la visita fue interesante ver como trabajaban en las reformas. Dando una pequeña donación se podía escribir el nombre en una de las tejas. Había de todos los países e incluimos la nuestra. 



Junto al Rinno-ji está la columna de Sorinto, de 15 metros de altura y 3 de diámetro que, en  sus nueve anillos, alberga 1000 volúmenes de sutras (escrituras budistas).








FESTIVAL SENNIN MUSHA GYORETSU 


Al salir del templo empezaba el Festival Sennin Musha Gyoretsu, que dicen es el despliegue más suntuoso de indumentaria y armas antiguas que se pueda contemplar en Japón. 

Lo componen cientos de personas en uniformes de época, con corazas, yelmos y armas (lanzas, arcos y sables), acompañados por sacerdotes portando las banderas y estandartes de los diferentes clanes y familias, dignatarios y cortesanos a caballo, cazadores y otros personajes con máscaras  para honrar a los espíritus de los animales que protegen al templo de todos los peligros. Completaban el desfile músicos con tambores y campanillas.













El atuendo más original es el de los samurái, que se compone de pequeñas láminas de metal ligeramente superpuestas y fuertemente unidas con cuerdas. Su armadura era su marca y debía otorgar protección, al tiempo que les aseguraba libertad de movimientos.


Es un desfile muy extenso y bonito, con gran expectativa popular.


TOSOGUI SHINE TEMPLE 

A continuación nos acercamos al templo Toshogui Shine (conocido por el templo de los monos), que por  su belleza y significado,  domina a todos los demás de Nikko. Declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1999, fue construido a principios del siglo XVII para acoger el mausoleo de Tokugawa Ieyasu,  el gran shogun (gobernador) con el que acabó la era de la guerra en la historia de Japón.

En su construcción intervinieron los mejores artesanos del país (se dice que trabajaron 15.000 personas). Presenta una interesante mezcla de elementos budistas y sintoístas, con claras influencias chinas y coreanas en su decoración.

Por el torii del santuario de Toshogu, entramos al recinto. 


En la entrada  hay una pagoda de cinco pisos y una altura de 34m, originaria de 1650 y reconstruida en 1818, tras un incendio. Sus cinco niveles representan, de manera ascendente:  la tierra, el agua, el fuego, el viento y el cielo.

La columna central de la pagoda no parte de los cimientos, sino que cuelga del cuarto nivel y termina diez centímetros arriba del suelo. Esta estrategia constructiva desplazó el centro de gravedad del edificio, incrementando su resistencia a vientos y temblores.




Más adelante, está la puerta de Niomon, flanqueada por dos estatuas de figuras Nio.



Tras la puerta Niomon está el segundo patio, con el establo sagrado, el Shinyusha, famoso por los tres monos sabios, tallados en madera, que representan los tres principios budistas: No escuchar maldades, no ver maldades y no decir maldades).

Por varias horas todos los días, el establo es usado para guardar al caballo que el gobierno de




Uno se tapa los ojos, otro se tapa la boca y otro los oídos. 


El patio está rodeado por los almacenes sagrados con más de cincuenta linternas de piedra, donadas por los señores feudales.






Tras ascender unas escalinatas, se encuentra la Puerta Yomeimon (Puerta del Crepúsculo), el edificio más impresionante de todo el conjunto, con una rica decoración. Más de 500 esculturas de estilo chino de colores brillantes y sorprendentes, que representan animales, criaturas mitológicas, flores, ...


Verdaderamente es una verdadera joya, merecía la pena quedarse un buen rato observando todos los detalles.











Más adelante, nos encontramos con la puerta Karamon, donde se encuentran el salón de plegarias Haiden y el salón principal Honden, el centro neurálgico del santuario. Hay que descalzarse antes de entrar en su interior y no se permiten las fotografías.






Al salir, nos encontraremos con el salón de los santuarios portátiles Shinyosha, donde se encuentran los mikoshi o santuarios portátiles que se pasean en los festivales de primavera y otoño de Nikko.










El templo de Toshogu es impresionante. Como es el más visitado de Nikko suele haber un poco de aglomeración pero aún así vale la pena ir y dedicarle tiempo, el nivel de colorido y detalle de las decoraciones y tallas de todos los edificios del santuario son una verdadera delicia. Nos fuimos llenos de admiración.


FINAL DEL FESTIVAL SENNIN MUSHA GYORETSU

Al salir del templo coincidimos con el final del Festival (hay uno por la mañana y otro por la tarde). La procesión de palanquines, grandes shogunes, acompañados por decenas de monjes vestidos con hábitos blancos o amarillos, asciende por las escaleras al templo del Toshogu y en el patio principal se celebra una representación de danzas antiguas.









FUTURASAN SHINE 


Próximo al templo de Toshogu, se encuentra el santuario de Futurasan, que fue fundado por Shodo Shonin en el año 767. Originalmente fue un templo budista pero luego fue transformado en un santuario sintoísta y está consagrado a los dioses de las tres montañas más sagradas de Nikko: el Monte Nantai, el Monte Nyoho y el Monte Taro.

Cuenta con varios salones de plegaria, una zona boscosa con viejos árboles (cedros) sagrados y un manantial. 






Hay un edificio dedicada a Okuninushi uno de los Siete Dioses Suertudos. El ratón es parte de su familia, por lo tanto también sagrado y está lleno de pequelas esculturas que lo representan.









Okuninushi es el dios de la buena fortuna y el casamentero. En el recinto había varios juegos de fortuna, uno consistía en tirar un anillo en una fila de palos. "Solo un lanzamiento exitoso predecirá la buena suerte", decía el letrero que lo acompañaba. Otro había que traspasarlos para pedir un deseo.






 De los santuarios que visitamos fue el más prescindible.


PUENTE SHINKYO 

Camino de vuelta a la estación, cruzamos el bello puente rojo, de madera lacada, que atraviesa el río Daiya. La leyenda cuenta que, hace mil años, unos monjes en peregrinación se vieron incapaces de cruzar la garganta cortadas por el río entre las montañas. Entonces surgió Jinja-Daio, el terrorífico dios del río, que prometió ayudar a los monjes y colocó dos serpientes sagradas que se transformaron en un puente. Cruzaron los monjes y, al volverse para dar las gracias, dios y serpientes habían desaparecido. 

El puente original fue construido en 1636, para uso del sogún y de los mensajeros imperiales, fue destruido por una inundación.


En Nikko se pueden hacer varias excursiones de senderismo y nos hubiera gustado llegar hasta las cascadas pero, como a las cinco anochecía, decidimos regresar a Tokio.

Un proverbio célebre en todo el país dice: "No digas que nada es hermoso antes de haber contemplado Nikko" y, realmente, después de contemplar la belleza del lugar, de la maravilla de sus santuarios y la magnificiencia del desfile lo pudimos comprobar.


CONTINUA POR :     KAMAKURA

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