SUAZILANDIA

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1996- Suazilandia, que recibe su nombre de la tribu suazi, etnia bantúes, es una pequeña nación de poco mas de un millón de habitantes. Las dos terceras partes de sus súbditos se alimentan gracias a la ayuda internacional y el 39 por ciento de los adultos padecen sida.
Fue una colonia británica hasta 1968, dejando a Mswati II al mando de una monarquía que su hijo, el rey Mswati III ha mantenido, ejerciendo simultáneamente tanto el poder ejecutivo como el legislativo.

Tradicionalmente el Rey gobierna junto a la Reina Madre o Indovuzaki (lit. Gran Elefanta), la cual es vista como una líder espiritual.

Cuando nosotros visitamos el país, el rey Mswati III, tenía 28 años y, a pesar de que había recibido la educación en Gran Bretaña, era ya un personaje muy excéntrico y firmemente opuesto a la democratización de su país.

Fotos de internet

Está casado con 14 mujeres, que elige él mismo, y es frecuentemente criticado por vivir tan lujosamente en una nación afligida por la tasa de infección de VIH más alta del mundo. Su multitud de coches de lujo, los millones gastados en restaurar las ostentosas mansiones de sus numerosas mujeres, la fiesta de su cumpleaños que organiza por todo lo alto cada año a cargo de las arcas públicas, en la que regala coches y barcos millonarios, no es acorde a la realidad de un país en el que la mayoría  vive en el umbral de la pobreza.




Entramos en Suazilandia hasta llegar al Parque Nacional Hlane, un terreno privado de caza real que cubre 30.000 hectáreas de sabana,  hogar del león, el elefante y el rinoceronte blanco.

Desde que dejamos Mozambique, el mal tiempo nos acompañó todo el camino y una espesa lluvia nos impidió conocer el país durante la mayor parte del trayecto. Además, tuvimos una pequeña avería con el coche que, afortunadamente,  Antonio solucionó con apaño.


Cuando las nubes empezaron a desaparecer paramos en una aldea y unos niños salieron danzando envueltos en hoja, para que les dieramos unas monedas.



 Un rincón donde tomar unas cervezas.


Cuando llegamos al parque Hlane, una avestruz salió a nuestro encuentro y teníamos que tener cuidado porque se lo zampaba todo. Metió la cabeza por la ventanilla y, visto y no visto, se tragó un pañuelo que Rosmari tenía en la guantera.





Nos siguió hasta nuestro alojamiento y pasamos un rato divertido.




Cabezas y colmillos de elefantes.



La intención de hacer un safari por el Parque Hlane, fue  ver el rinoceronte blanco, bastante escaso y en pleno proceso de recuperación en esta zona. El parque estaba vallado y muchas de las especies habían sido reintroducidas.

Y aquí está el rinoceronte blanco


Por la tarde decidimos dar un paseo cerca del bungalow y nos acercamos a un mirador de madera que había cerca de un río. De repente oímos un gran estruendo, un numeroso número de cocodrilos saltaban a las aguas y cerca de ellos empezaron a surgir hipopótamos que la luz del atardecer teñía de color rosa.
Por la noche nubes de mariposas fluorescente saltaban de orilla a orilla y en el cielo no cabía una estrella más. 







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