13. ISLANDIA: PENÍNSULA DE REYKJANES

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2 de agosto 2013
Llegó el final de nuestra estancia en este maravilloso y fascinante país, que nos ha llenado los días de imágenes y experiencias, difíciles de olvidar. 


Tras desayunar tranquilamente, hacemos las maletas y nos despedimos de Reykjavik, Como nuestro vuelo sale a las 15:45h.  apuramos las últimas horas para seguir haciendo algunas visitas en  la península de Reykjanes, en dirección al aeropuerto. 

De la Ring Road, nos desviamos por la carretera 42, a través del campo de lava de Kapellurhraun  y, junto a la ruta, vemos un gran número de tendederos de madera con miles de pescado secándose al sol. Nos acercamos, el olor es muy desagradable. El  suelo de arena negra está lleno de raspas y las moscas hacen un festín.
































Siguiendo hacia el sur, pasamos por Kleifarvatn, el lago más grande de la península de Reykjanes, con una profundidad máxima de 97 m Después del gran terremoto del año 2000 el lago empezó a disminuir desapareciendo un 20%. Las grietas que se abrieron con el terremoto se fueron rellenando y sobre el 2008 el lago recuperó su nivel. Sus playas son de arena negra y sus aguas de un sorprendente color azúl. 
Según una leyenda un monstruo con forma de serpiente y del tamaño de una ballena se esconde en este lago. Nosotros, por si acaso, no esperamos a comprobarlo.



Continuamos por al área geotermal de Seltún. Un sendero lleva a la cima de la montaña donde se encuentra una zona de fumarolas pero, como la excursión marca una hora, aproximadamente, nos conformamos viendo el paisaje desde la base y como el humo se eleva de las pozas de agua hirviendo. 





Cerca se halla Graenavatn, un lago de 46 metros de profundidad que forma parte del área geotermal de Krysuvik. Sus aguas son de un color verdoso debido a las algas que allí se forman por el agua termal.
 

Llegamos a Grindavík, la única población de la costa sur de Reykjanes, un municipio pesquero que cuenta con un puerto en su costa lleno de embarcaderos, grúas y almacenes. Muchos de sus casi 3.000 habitantes se dedican a trabajar en la industria pesquera. La ausencia de turismo hacen de él un lugar sumamente tranquilo.  



Grindavik posee además un interesante museo dedicado a explicar la industria de salar el pescado. Decidimos visitarlo, después de expresar nuestra queja porque las audioguías son en inglés, francés o alemán y no hay ninguna información en español. El local es pequeño y las imágenes,  de épocas antiguas, muestran las diferentes etapas del proceso del salado del bacalao.


Dicen que la venta del pescado era tan importante, que el escudo del país fue un bacalao seco hasta 1904.



Con ayuda de un cepillo eliminaban el sobrante de sal.


Y ya listo para la venta y consumo.



A 4 kilómetros  de Grindavík se encuentra su mayor atracción turística, la Laguna Azúl (Blue Lagoon), un lago artificial que recibe, de la planta geotérmica de Svartsengi , un  agua rica en sales minerales, material orgánico y  posee propiedades terapéuticas. 
  
Es un hecho común que  los turistas, al final del viaje puesto que está cerca del aeropuerto, disfruten de sus aguas antes de embarcar pero nosotros, como ya estuvimos en la laguna de Myvath, decidimos prescindir a cambio de recorrer la zona. No obstante, efectuamos una visita.



Vemos que los precios rondan  los 45 euros la entrada, con toalla (bastante más caro que en Myvath).
Abren todos los días, del 1 junio al 31 de agosto de 09:00 a 21:00 y del  1 septiembre al 31 de mayo de 10:00 a 20:00.

Camino entre piedras de lava que lleva al recinto.
En las afueras del recinto.






Dentro, desde el cristal de la cafetería, se puede ver el ambiente. Hay gente con mascarillas de barro blanquecino que recogen de unos recipientes de barro y, al igual que en Mitvath,  hay unas barras en las que se puede pedir bebidas para tomarlas dentro de la piscina.



Tal vez haya demasiada concentración de turismo aunque no por ello deja de tener su encanto las instalaciones son una maravilla. Sin embargo, ante la tranquilidad que había en  Mytvath, nos decantamos por aquel lugar.
En la tienda, abierta a todo visitante,  venden productos de belleza de la marca, prendas de ropa y souvenirs. Decidimos no comprar nada, porque habíamos leído que era mejor comprarlos en el Duty Free del aeropuerto, antes de salir de Islandia.



Salimos del recinto atravesando una zona de belleza salvaje, con inmensas y áridas extensiones de lava y enlazamos con  la  carretera 425 que bordea la costa.

Llegamos a la zona donde se aprecian las enormes grietas de separación de las placas continentales de Europa y América,  con el Puente entre dos Continentes (Midlina) y  experimentamos la emoción de cambiar de continente con sólo un paso.



Puente entre dos continentes.

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Ahora sí nos dirigimos al aeropuerto de Keflavik. En la oficina de Geysir, devolvemos el coche (que antes le hemos pasado la mangera en una gasolinera) y, afortunadamente, lo encuentran todo correcto.

El cuentakilómetos marca 7.518 km (iniciamos con 3.895). Total 3.625 km. recorridos. Hay que tener en cuenta que la Ring Road o carretera principal hace un recorrido circular por la isla con una longitud de 1340 Km.

Muy amables, con el mismo coche, nos acompañan hasta la termimal que está a unos 200m. 

Facturamos las maletas, comemos y puntualmente, a las 15:45h, emprendemos el vuelo a Barcelona.

Son las 22:00 (dos horas de diferencia horaria) cuando aterrizamos en el aeropuerto del Prat.
Con nuestro equipaje
Vista desde el avión en la que se aprecia la Ring Road.

SSin lugar a dudas, Islandia es un país inolvidable. Constantemente , la grandeza de sus paisajes y la fuerza de la naturaleza nos recuerda la fragilidad del ser humano. Una tierra en formación contínua, cuya belleza podría desaparecer ante la inconsciencia y el egoísmo de nuestra sociedad.


Rafael y Pilar
Julio/Agosto 2013























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