4. FUSHIMI INARI Y NARA

15:10





Empezamos a utilizar nuestro bono-tren  JRPass, para desplazarmos a la región de Kansai. Antes, visitamos el santuario de Fushimi Inari, conocido por las 1000 puertas o toriis y, a continuación, seguimos en tren hacia  Nara, ciudad de grandes templos, donde se aloja el Gran Buda. A nuestro regreso a Kioto nos detenemos en la ultramoderna estación  y  en el cercano y colocal templo de Higashi Onganji.







FUSHIMI INARI (10 octubre, 2017)

Ese día empezaríamos a utilizar nuestro JRPass (el pase que permite utilizar casi todos los trenes gestionados por las compañías ferroviarias del grupo JR), que ya habíamos dejado activado y con los asientos reservados en el aeropuerto de Osaka, a nuestra llegada a Japón. Nos cubriría justo los catorce días que continuaríamos la ruta por el país.

El plan de ese día era desplazarnos a la región de Kansai para visitar los grandes templos de Nara pero, antes, pararíamos a visitar el santuario de Inari, situado a tan sólo dos paradas de tren. Nos habían aconsejado llegar temprano para librarnos de las grandes aglomeraciones que se forman cada día, ya que es uno de los más populares y, antes de las 7h, ya estábamos en camino.

De la estación de Kyoto tomamos un tren local de la línea JR Nara que salía de los andenes 8, 9 y 10. y, en menos de 10 segundos, llegamos a Inari.



El santuario está situado a pocos metros de la estación. Tras pasar el primer torii,  llegamos a la puerta Romon que es la principal de acceso al santuario Fushimi Inari. 


Entre unas construcciones de decoración muy vistosa, se encuentra el salón principal, donde están consagradas las cinco deidades del monte Inari.






Después de ver los edificios cercanos al salón principal seguimos la ruta indicada, camino de las más de 5.000 puertas enmarcadas, de color bermellón, que serpentean a lo largo de las colinas y son la imagen icónica del santuario Fushimi Inari.

Este fascinante santuario, uno de los más antiguos, ya que existe desde el siglo VIII, estuvo dedicado al dios Inari,  el dios de la abundancia,  de los granos y de la semilla, por el clan Hata. Desde el período de Edo (1603-1868), fieles y empresas particulares donan las puertas "torii" para solicitar y agradecer los favores a la deidad, creando así el famoso camino Senbon Torii o camino de los mil torii, que cubren todo un sendero y asciende hasta la cima del monte Inari.


El dios del templo utiliza el zorro o kitsune como mensajero, por lo que se pueden ver estatuas de piedra que representan a esos animales por todo el templo, así como en las tradicionales tablillas de madera. A menudo, suelen tener una llave en la boca, que les sirve para abrir el granero.






Este tipo de puertas o "toriis" son características de los templos sintoístas.






En los postes están inscritos los nombres de los donantes, mayoritariamente empresas, para asegurar la prosperidad de sus negocios. En el otro lado, la fecha de la donación.



Fushimi Inari se hizo famoso por la escena de la película "Memorias de una Geisha", cuando la pequeña protagonista corre a través de los toriis.









Ascender la colina por el túnel anaranjado es fascinante. Se pueden recorrer varios kilómetros, montaña arriba, a través de las puertas sagradas. Nosotros tan sólo recorrimos dos tramos y regresamos a la estación para continuar nuestra ruta hacia la ciudad de Nara.


Este templo es uno de los más fotografiados de Japón y entre los que más ilusión nos hacía conocer. 



No tardamos mucho en incorporamos a la línea JR para continuar nuestro viaje hasta la población de Nara. Habíamos planificado y reservado todos los horarios de los trenes, con el programa de Hyperdia, para ajustar al máximo todos los enlaces. El transporte en Japón destaca por su extrema puntualidad de forma que, si alguna vez dudábamos del tren, sabíamos que era el correcto por la hora  que marcaba en el andén y coincidía con la de nuestro billete y,  lo mismo,  si el nombre del destino estaba indicado sólo con el grafismo japonés, sabíamos por la hora exacta que habíamos llegado.


Además de puntualidad de los trenes japoneses y estar entre de los más veloces del mundo, los asientos son amplios y cómodos.



NARA

Cuando llegamos a la estación de Nara nos acercamos al punto de información turística, donde nos dieron unos mapas con los puntos más importantes y nos informaron que, a pocos metros, salían unos autobuses de la empresa Nara Kotsu con paradas en los lugares más turísticos pero, como  teníamos ganas de andar y decidimos ir dando un paseo por Sanjo-Dori, la calle principal.


Es andando como se aprecian mejor todos los detalles.  Nos llama la atención los signos de prohibido fumar que hay en las aceras y, es que en algunos barrios de las ciudades no está permitido, así como a los menores de 20 años y han habilitado zonas para poder hacerlo.


En uno de los comercios vemos la curiosa elaboración de unos dulces japoneses, a base de golpear enérgicamente la masa


Nara fue la antigua capital de Japón durante la corte Yamato (entre los años 710 y 784). En esa época, se construyeron la mayoría de los grandes templos por los que la ciudad es conocida y que, por su buena conservación, forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, desde el año 1998.

Alrededor de un gran espacio natural, se encuentra el conjunto denominado "Monumentos históricos de la antigua Nara" que se compone de cinco templos budistas, un santuario sintoísta  y el yacimiento arqueológico del palacio de Nara.

Durante nuestra corta estancia, tan sólo visitamos algunos de los más característicos:
  • Kofuku-ji Temple
  • Todai-ji Temple
  • Kasuga Taisha Temple
  • El parque de Nara

TEMPLO KOFUKU-JI 

Subiendo por la calle Sanjo-Dori, a mano izquierda, vimos la señalización de Kofuku-ji Temple y nos desviamos para conocerlo.  Fue fundado en el año 669 por la familia Fujiwara, el clan más poderoso de Japón durante los períodos Nara y Heian y se  trasladadó de Kyoto a Nara en el año 710.

En el recinto de este templo se encuentra una pagoda de cinco pisos que mide 50 metros, es la segunda más alta de Japón y el símbolo de la ciudad. La original fue contruida en el año 730 y reconstruida en 1426, aunque ha sufrido varias reconstrucciones posteriores, a consecuencia de los incendios.

El conjunto lo completan el Pabellón Dorado oriental y el Tesoro, donde se encuentran estatuas de gran valor y una colección de arte budista.





PARQUE DE NARA

Para llegar a los grandes templos atravesamos el parque de Nara, una extensión de 502 hectáreas, que también es muy conocida por la cantidad de ciervos que campan libremente por toda la zona y que, tras los templos, son una de las atracciones más populares. Los ciervos se acercan a comer las galletitas que en el mismo parque venden y hacen las delicias de pequeños y turistas que aprovechan el momento para fotografiarse con ellos, aunque a la mayor parte de las veces, se acercan sin necesidad de ofrecerles nada, como fue en nuestro caso.

En todos los templos sintoístas se considera a los ciervos mensajeros de los dioses y son animales protegidos.





TEMPLO TODAIJI 

Después de saludar a los ciervos, nos dirigimos al templo Todai-ji que alberga el Gran Buda.

Cruzamos la puerta Nandai-mon o Gran Puerta del Sur, la entrada principal al templo. Un pórtico de madera, de 20 metros de altura, que  data de 1199,  custodiada en los extremos  por dos enormes guardianes Niō, tallados en el siglo III por el escultor Unkei, que dicen figuran entre los mejores de todo Japón.
Puerta Nandai-mon



Una vez se atraviesa la puerta Nandai-mon se accede a un colosal complejo donde se alzan hermosas estructuras. En su origen estaba conformado por más de 150 edificios, pero los incendios solo han dejado en pie poco más de diez, entre ellos dos pagodas.



El edificio Daibutsuden o salón del Gran Buda, es el salón principal del templo. Está considerado el edificio de madera más grande del mundo y eso que fue reconstruido en dos ocasiones, a lo largo de su historia, debido a dos incendios que lo devastaron, siendo su reconstrucción actual un tercio más pequeña que el original, 

El templo se completó en el año 752 con el fin de alojar la imagen del Gran Buda de Nara, una imponente y fantástica imagen de bronce, de 16 m de altura, y consolidar la posición de la ciudad como capital y centro budista.

Edificio Daibutsuden con la sala del Gran Buda
 

Junto a las puertas de entrada hay una horrible figura de madera vieja y descuidada, envuelta en harapos rojos. Se trata de Binzuru, uno de los alumnos del Buda, famoso por su embriaguez frecuente, que tras su arrepentimiento siguió al maestro por todo el país escuchando sus sermones. Buda le perdonó y hoy se sienta fuera del templo y, debido a la creencia de su capacidad para sanar, la gente acuda a él para aliviar su sufrimiento; se piensa que si frotas la parte de la estatua que corresponde a la parte del cuerpo que está enferma, se curará.




El edificio alberga la estatua gigante del Gran Buda o Daibutsu, "aquel que brilla a lo largo del mundo como el sol",  la figura de bronce más grande del mundo. Con quince metros de altura y  un peso cercano a las quinientas toneladas, descansa sobre una flor de loto y levanta su mano derecha en señal de apaciguamiento.




A Daibutsu le atribuyen la creación de todos los mundos. La aureola que rodea su cabeza lleva dieciséis budas que representan sus distintas manifestaciones


A los lados del Gran Buda hay dos estatuas doradas, una es "Bosatsu Kokuzo (ser iluminado) que se terminó en 1709.




Detrás del Gran Buda hay dos estatuas de madera que son sus guardianes: Koumokuten (izquierda), guardián celestial, data de mediados del período Edo y Tamonten (derecha), otro guardián celestial que data del periodo Koumokuten.


Uno de los pilares que sostiene la estructura que da cobijo al Gran Buda tiene un agujero en su base, de las mismas dimensiones que sus orificios nasales. Se dice, que todo aquel que pueda pasar por él será bendecido, por lo que es típico que los padres animen a sus hijos a hacerlo para obtener prosperidad en su camino de vida.




Sólo por ver el magnífico templo Todaiji y las joyas que alberga en su interior, la ciudad de Nara ya merece una visita pero el siguiente  lugar, al que nos desplazaríamos, también nos dejó maravillados.

Antes hicimos un breve descanso en el Parque de los Ciervos, donde habían algunos puestos callejeros de comida y helados.




TEMPLO KASUGA TAISHA 

Un sendero boscoso, al pie de las montañas sagradas de Kasugayama y Mikasayama, nos acercó hasta Kasuga Taisha, uno de los santuarios sintoístas más antiguos de todo Japón, famoso por tener más de 3.000 farolillos de bronce y de piedra por todo el recinto, que han sido donados por creyentes como agradecimiento y fe.

Recorrimos el camino que lleva al templo entre los más de los 1000 faroles de piedra, que se alinean  en ambos lados del recorrido, muchos de ellos coronados de musgo.



Los ciervos seguían merodeando libremente por la zona y se introducían por los faroles de piedra, en espera  de comida.






Llegamos a la entrada del santuario y un gran torii nos da la bienvenida.


En la entrada al templo, de color bermellón, encontramos una gran afluencia de público. Kasuga Taisha Temple fue fundado en el 768 por el príncipe Shotoku, una de las figuras más importantes de la historia japonesa y reconstruido varias veces a lo largo de los siglos. El interior es famoso por alrededor de 1.000 preciosas lámparas de bronce suspendidas que lo adornan y que atraen a miles de visitantes, especialmente en el festival Man-Toro que se celebra en invierno (3 y 4 de febrero) y verano (15 de agosto) que las encienden todas y, si así es bonito, iluminado debe de ser precioso.



En la recepción vimos a las miko, jóvenes sacerdotisas que ayudan en los templos shinto japoneses (jinja) desde el comienzo de la era Sengoku. Disfrutan de una alta posición social y proceden, en muchos casos, de las familias de los sacerdotes. Llevan un vestido tradicional que consiste en una hakama (falda dividida) de color rojo, una camisa y unos calcetines blancos.







La visita al santuario es gratuita pero, tras pagar la típica entrada de 500 yenes, se puede hacer un  pequeño circuito donde están colgadas todas las lámparas de bronce. 







Algunos padres se acercan con sus hijos, vestidos de manera tradicional, para pedir y agradecer a los dioses por su salud y felicidad.


























La visita nos dejó maravillados, es un templo muy diferente a los anteriores y los miles de farolillos crean una ambiente muy especial. 

Terminada la visita regresamos a la estación y, a las 14:50 partíamos hacia Kyoto.


KYOTO

Después de un trayecto de 45 min, llegamos a la impresionante estación Kyoto, que bien merece una visita, pero que decidimos posponerla para verla con luz diurna y la iluminación nocturna. Así pues, nos acercamos a otro magnífico templo que se encuentra muy cercano.  ¡ Y es que no nos cansábamos de visitar esos lugares!




HIGASHI ONGANJI TEMPLE

Cercano a la estación, Higashi Honganji es el templo principal de la rama Otani-ha del Jodo Shinshu (budismo de la Tierra Pura). Fue construido en 1602 sobre un terreno donado por el primer shogun del periodo Edo (1603-1868) y cuenta con magníficas estructuras, la mayor parte de ellas, reconstruidas, en 1895, tras ser dañadas por un incendio. El acceso es gratuito y está abierto desde las 5 de la madrugada.

Son de especial importancia la Puerta del Fundador (Goei-do-mon) que está entre las tres mayores de Kyoto. Frente a ella,  el Salón del Fundador, una de las mayores estructuras de madera del mundo, que contiene 927 tatamis y la imagen en madera del fundador Goei, que un corredor la une al contiguo edificio, el Salón Amida (Amida-do),  el lugar en el que se consagra al Buddha.








La Puerta del Fundador (Goei-do-mon) data de 1911 y se trata de una magnífica obra de arte. En cuanto a tamaño, es una de las mayores de Kyoto.


Se trata un templo colosal y maravilloso, con enormes puertas y magníficas estructuras labradas, situado en un oasis de paz dentro de la ciudad.





Al fondo, Tower Kioto que se encuentra encima de un edificio de la estación.










Un elemento muy curioso que está expuesto en el corredor que comunica los dos edificios principales es la Kezuna, una cuerda hecha de cabello humano y cáñamo. La historia se remonta al inicio de la construcción del templo. Para transportar las enormes vigas de madera se necesitaban cuerdas muy resistentes y mujeres devotas de todo Japón cortaron sus melenas, cediéndolas como ofrenda y símbolo de honor.

Se realizaron algo más de unas 50 cuerdas Kezuna que facilitaron las labores. La más larga de ellas medía 110 metros de largo, tenía una circunferencia de 40cm, y pesaba una tonelada. 






ESTACIÓN DE KIOTO

Cerramos la ruta  del día en la ultramoderna y elegante estación de Kioto. Este imponente edificio, que fue inaugurado en 1997, es uno de los más grandes del país y dispone de conexiones con las ciudades más importantes, además de los Aeropuertos internacionales de Kansai y Osaka, por lo que cuenta siempre con una gran afluencia de viajeros. 

Pero además de ser una estación de tren, también tiene varios pisos con hoteles, restaurantes y centros comerciales. 









Subiendo las escaleras mecánicas hasta la parte más alta, se accede al espacio denominado Sky walk, con una zona acristalada desde la que se obtienen unas buenas vistas de la la ciudad y de la Kyoto Tower.




De noche las escaleras de la estación se iluminan con 15.000 focos led, realizando un animado espectáculo de luz y sonido, con imágenes que van cambiando.



KiotoTower

Cenamos en uno de los restaurantes de la estación, eligiendo el menú entre las diversas réplicas de plástico  expuestas en el escaparate. 


Nos fuimos a  dormir con la pena de que, al día siguiente, abandonaríamos esta encantadora ciudad, sus magníficos templos,  jardines y  barrios tradicionales pero con la ilusión de conocer nuevos rincones del país.

CONTINUAR:

5. HIROSHIMA, MIYAJIMA


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