URDAIBAI (BIZKAIA)
0:57 Un fin semana con encanto.
22 de julio 2016- Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Bizkaia - País Vasco).
Visitas: San Juan de Gaztelugatxe, Bosque de Oma, Lekeitio, Elantxobe, Guernica, Bermeo, Mundaka, Castillo de Butrón.
Cuando nuestros amigos nos propusieron ir, en un fin de semana, a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, no nos lo pensamos dos veces. Hacía tiempo que lo teníamos pendiente y, después de la visita, podemos asegurar que Gaztelugatxe es uno de esos marcos inmejorables que hay que visitar alguna vez.
1er. día
Partimos de Barcelona un viernes a las 7.30h de la mañana, con una circulación lenta que nos retrasó la ruta cerca de una hora, hasta alcanzar la autopista por la que continuamos de forma fluida y tranquila en dirección Bilbao (609 km). En total 6 h de viaje, que no se nos hicieron nada pesadas, intercaladas con algunas paradas y una amena conversación.
Debido a que eran las fiestas de la zona de Bermeo nos costó encontrar alojamiento y tuvimos que recurrir a alquilar una casa rural a través de Airbnb, en Busturia (a 6,9 km de Bermeo y 34 km de Bilbao), sencilla pero tranquila y agradable. Llegamos allí a las 14h y nos recibieron Salvador y Pilar, dos agradables propietarios que nos dieron buenos consejos y fueron de gran ayuda para organizar alguna ruta.
Después de dejar las maletas y coger las llaves, nos pusimos en marcha rumbo a la ermita, atravesando paisajes con toda una gama de verdes posibles y unas vistas con las que íbamos experimentando el denominado síndrome de Sthendal "¡Qué bonito!. ¡Qué bonito!".
Desde el mirador de la carretera vimos entusiasmados la ermita de San Juan de Gaztelugatxe que se encuentra encaramada en la cima de un islote sobre el Cantábrico. Un bella y pintoresca imagen de este rincón de la costa vasca.
Junto al parking donde se inicia el sendero que lleva hasta la ermita, se encuentra el restaurante Eneperi y aprovechamos para relajarnos un poco y cargar baterías con un pica pica, antes de emprender la visita.
A continuación tomamos el sendero descendente que lleva a las proximidades de San Juan. El descenso, en algunos tramos pronunciado e intercalado de escaleras, nos lo tomamos con calma porque la zona bien merece disfrutar de las vistas.
San Juan de Gaxtelugatxe, que data del siglo X, fue monasterio, fortaleza asaltada por piratas y, finalmente, ermita.
El islote está unido a tierra por un pequeño puente de dos arcos que conecta con una escalera zingueante de 235 escalones hasta la cima donde se encarama la ermita.
El ascenso es algo costoso. Afortunadamente la tarde estaba nublada, no hacía calor y el lugar no estaba muy concurrido.
Después del esfuerzo llegamos a la cima y nos vimos recompensados con una espléndida panorámica.
La ermita de San Juan de Gaztelugatxe es un lugar de peregrinación. Según los relatos populares, el lugar fue visitado por el propio San Juan Bautista. En el interior se custodian las imágenes de San Juan, San Pedro, San Antonio, Santa María y la Virgen del Carmen. En los muros hay unos cuadros representando embarcaciones a punto de naufragar y las maquetas de barcos colgados a modo de exvotos, muestra del agradecimiento de los fieles que acudían a buscar protección del santo. Así, cuando el estado del mar amenazaba peligro, los marineros y pescadores de Bermeo hacían la promesa de visitar el santuario.
Según una tradición, una vez alcanzada la ermita, hay que tocar la campana tres veces y pedir un deseo.
Las nubes amenazaban lluvia cuando emprendimos el camino de regreso pero, esta vez, después de descender las escaleras de la ermita, tomamos la carretera asfaltada de la izquierda, que aunque el camino es más largo es de más fácil acceso.
Y durante el camino de ascenso, seguimos disfrutando de este espectacular entorno natural, haciendo fotografías y llevándonos el mejor recuerdo.
Por la noche, aconsejados por los propietarios de nuestro alojamiento, fuimos a cenar al restaurante Erretegia de Portuondo. Una cena exquisita con una vista privilegiada sobre la ría de Mundaka y frente a la playa de Laida, un lugar que no dudamos en recomendar.
Amaneció el día muy nublado pero no por ello desistimos de realizar el plan del día y nos dirigimos al Bosque de Oma.
Aparcamos en el parking de Lezika-Basondo, donde se encuentran las cuevas de Santimamiñe (pinturas y grabados). Un lugar precioso, con hermosos caseríos y a pocos metros de una de las entradas al Bosque de Oma, en pleno corazón de la reserva natural de Urdaibai, cuyo principal aliciente es la exploración del Bosque pintado de Oma.
Para llegar, tomamos la carretera que
une las poblaciones de Gernika con Lekeito. A unos 3 km, antes de llegar
a Kortezubi, una desviación a la derecha indica con un letrero “Cuevas de
Santimamiñe“.
Aparcamos en el parking de Lezika-Basondo, donde se encuentran las cuevas de Santimamiñe (pinturas y grabados). Un lugar precioso, con hermosos caseríos y a pocos metros de una de las entradas al Bosque de Oma, en pleno corazón de la reserva natural de Urdaibai, cuyo principal aliciente es la exploración del Bosque pintado de Oma.
Para recorrer el bosque de Oma, hay un
recorrido circular que nosotros iniciamos desde la entrada situada a la
izquierda del restaurante del parking de Lezika, desde donde parte una pista forestal que va ganando altura suavemente durante 3 km hasta llegar
al inicio del Bosque pintado.
Restaurante del parking de Lezika |
Entrada por Lezika a la pista forestal del parque . |
Es un sendero llano rodeado de helechos, robles, castaños, pinos , eucaliptos, ...
El Bosque de Oma se
encuentra en un paraje natural incomparable, rodeado de pastos y bosques
frondosos que dan color a este precioso valle.
Cuando llegamos a la zona del bosque pintando empezó a llover, lo que amplificó la magia del lugar, viéndonos rodeados de troncos con pinturas de labios, arcos iris, círculos, siluetas humanas, ojos, ...
Se trata de un conjunto de pinturas realizadas por el pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola, que decidió dar su visión de la naturaleza a través de una gama de colores entrelazados en casi quinientos pinos de este bosque.
Hay unas flechas doradas y numeradas en
el suelo para poder visualizar o entender mejor lo que el artista plasmo.
Situándose en ellas, al jugar con la perspectiva, se descubren
nuevas formas.
Troncos con pinturas muy coloridas que se han ido restaurando a medida que los árboles han ido creciendo.
Pero la obra del autor siempre estuvo rodeada de polémica. El monte boscoso sobre el que Ibarrola comenzó a pintar, sin autorización, a principios de los años ochenta, estaba entonces en manos de varios de propietarios que se vieron perjudicados ya que años después, ante la relevancia que alcanzó la obra del artista, la Diputación de Vizcaya adquirió parte del terreno para protegerlo.
Una vez
visitado el bosque pintado, se puede regresar al parking de Lezika desandando
la pista forestal o bien seguir con la ruta circular que lleva al valle de Oma.
Una indicación, al lado de los árboles con ojos, indica el sendero que
desciende durante unos 400 m hasta llegar al valle de Oma.
Entrada por el valle de Basondo al Bosque de Oma. Circuito circular. |
Aquí
continuamos por un tramo de carretera asfaltada que atraviesa la población de
Oma y el valle de Basondo.
Desde la salida del bosque de Oma
al parking de Lezika, hay unos 2,5km de carretera asfaltada
con subidas y bajadas, que nos dejaron exhaustos. Habíamos recorrido
el circuito total que son unos 7 km.
Nos sentamos en el restaurante del
parking, un bonito caserío rodeado de flores, para reponer fuerzas, y
allí comimos las mejores rabas.
Algo ya repuestos y con el tiempo que empezaba mejorar, emprendimos rumbo a la costa y paramos a observar el largo arenal de Laida.
Junto a la playa, nos dijeron que se comen las mejores tapas pero no pudimos aparcar.
Más adelante, paramos en un mirador con una bonita panorámica del cabo de Ogoño.
Resguardado tras el monte Ogoño de los vientos
dominantes del oeste, se encuentra la pequeña población
pesquera de Elantxobe, con las viviendas encaramadas en una escarpada
ladera. Los habitantes siempre estuvieron más interesados en contar con
atraques seguros para sus embarcaciones que en disponer de terreno edificable.
En la cima de la montaña se colocaba un vigía y cuando divisaban una ballena hacían señales de humo para movilizar a los pescadores y salir de caza.
En la cima de la montaña se colocaba un vigía y cuando divisaban una ballena hacían señales de humo para movilizar a los pescadores y salir de caza.
El pueblo es tan pequeño que los autobuses son incapaces de dar la vuelta por si solos y han de utilizar una plataforma.
Las estrechas callejuelas en cuesta y escalones rodean su exigua zona portuaria.
Reposamos del entorno en una terracita del puerto y, nuevamente, nos pusimos en marcha para visitar la población próxima de Lekeito, introduciéndonos por un valle precioso.
En ruta, una breve parada para hacer una foto al Castillo de Arteaga. Los emperadores de Francia, Napoleón III y Eugenia de Montijo, encargaron en 1856 la reconstrucción de la antigua torre de Arteaga (s.XIII) en agradecimiento al nombramiento de su hijo Eugenio Bonaparte , como vizcaíno de origen por las juntas generales. El el 2004 el castillo abrió sus puertas como Hotel-Restaurante y desde 2012 pertenece a la categoría "Relais Chateaux"
Lekeito es un bonito pueblo pesquero, con un rico patrimonio artístico. En su Basílica de la Asunción de Santa María (s.XV) se conserva un magnífico retablo gótico, bañado en oro, considerado el tercero más grande de España, después del de Sevilla y Toledo. Posee también una amplia representación de edificios blasonados y palacios.
Ya empezaba a hacerse tarde cuando decidimos partir hacia Guernika donde esa noche habíamos decidido cenar. La plaza principal estaba muy animada.
Dimos un pequeño paseo por la Casa de Juntas, en cuyo jardín se encuentra el tronco perteneciente al Arbol de Guernica, que simboliza las libertades tradicionales de los vascos.
En la plaza principal, la figura del cantante y poeta José María Iparraguirre, autor del Gernikako arbola, himno al Árbol de Guernica.
Aconsejados por un lugareño cenamos en el restaurante Boliña El Viejo, un lugar popular de cocina casera. El local tiene una decoración muy austera y está regentado por una señora mayor que ofrece platos gastronómicos típicos de la región. No nos defraudó.
3er. día
Era nuestro día de regreso a Barcelona pero
antes de partir visitamos dos poblaciones cercanas: Mundaka y Bermeo.
En Mundaka habíamos
estado cenando el primer día en Portobono. Está situada en la margen
izquierda de la desembocadura de la ría de Mundaca, donde se encuentra el
extenso arenal de Laida.
Su antiguo núcleo urbano ha sabido conservar el encanto de los pequeños pueblos pesqueros.
El puerto se abre rodeado de coloridas casas, en una bella y pintoresca estampa.
Frente a sus costas está situada
la isla de Ízaro (Bermeo). Cuenta la historia que desde
mediados del siglo XVIII era objeto de continuas disputas entre los dos pueblos, Bermeo y Mundaka, por conseguir su posesión. Para decidir quién se apoderaría de ella, un 22
de julio, organizaron una regata de forma que el primero en llegar tendría la
jurisdicción sobre la isla. Ganó Bermeo, celebrándose desde ese día la
festividad de La Magdalena en la que una comitiva presidida por el
alcalde de Bermeo se aproxima hasta Izaro dejando caer una teja en
sus aguas. El año que no se cumpla esta tradición la isla pasará a ser
propiedad de Mundaka, según dictan las ordenanzas. Estas fiestas se estaban realizando los días de nuestra estancia y la población estaba muy animada.
Mundaka es famosa
internacionalmente por sus condiciones surferas. Especialmente en otoño, surfistas de todo el mundo se acercan hasta aquí para montarse en una de las olas más largas del mundo para practicar este deporte.
Por el puerto de Mundaka conocimos a un señor con el que entablamos conversación y muy amablemente nos mostró el local donde guardan las traineras del equipo del pueblo y las salas de entrenamiento.
Seguimos por Bermeo, una bella localidad con un pintoresco puerto y un casco viejo que está lleno de reminiscencias medievales. Recibió el estatus de villa en el siglo XIII y era utilizado por los comerciantes castellanos para la salida de sus productos hacia el norte de Europa. De la treintena de casas-torre que, al parecer poseía, en la actualidad sólo queda la Torre Ercilla, que sobresale entre los edificios del puerto.
En el mirador, junto a la torre Ercilla, se encuentra el conjunto de esculturas "Ya vienen" que representan a una familia visualizando el horror vivido el 12 de agosto de 1912 en la localidad, debido a una galerna.
Junto a las esculturas, una placa en la que se puede leer: "Ya vienen!. Pendientes siempre del cielo y del mar. Viviendo a menudo momentos tensos y angustiosos. Luego dirán que el pescado es caro."
En la zona portuaria, la escultura"La última ola, el último aliento" representa la imagen de un naufragio, junto con un joven y un perro.
Antes de partir, aprovechamos para tomar las últimas tapas en esta zona portuaria d.
Finalmente, camino a Bilbao, en el término municipal de Gatica, nos paramos para visitar el castillo de Butrón (s.XII-XIV). Un magnífico edificio medieval, rodeado por un bosque, con más de 70 especies diferentes de árboles, que parece sacado de una película de Walt Disney y es un posible escenario de "Juego de Tronos".
El castillo, de propiedad privada, se encuentra cerrado al público, con lo que sólo se puede visitar por fuera.
Ahora ya si, se terminaron los días y emprendimos el viaje de vuelta a Barcelona, realizando algunas breves paradas.
Un fin de semana bien aprovechado por una magnífica zona a la que nos gustaría volver y con una compañía inmejorable.
1 comentarios
Enhorabuena y gracias por la informacion
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