RUTA POR LOS BALCANES: BOSNIA-HERZEGOVINA
19:38
BOSNIA-HERZEGOVINA
En dirección a Dubrovnik, la
autopista que bordea la costa queda interrumpida por la frontera de Bosnia, durante 7,8 km, para de nuevo salir a la autopista croata, de forma que para
ir a Dubrovnik se tiene que cruzar la frontera en dos ocasiones. Este
tramo, denominado saliente de Neum, es la única salida de Bosnia al Adriático y
fue una concesión de los croatas para facilitar la firma de un
acuerdo de paz.
Así pues, habiendo decidido
continuar nuestro viaje por Bosnia Herzegovina, antes de finalizar el
tramo del saliente de Neum nos adentramos en Bosnia vía Imostki,
cruzando la frontera por la ciudad de Neum, un lugar turístico con buenas
playas y muchos hoteles, pero sin mucho interés, salvo por la curiosidad de
entrar en otro país.
Atravesamos la frontera con los controles rutinarios y sin ningún tipo de problema.
Bosnia-Kerzegovina
es el resultado de una fascinante mezcla de las culturas mediterránea, oriental
y bizantina. El nombre del país viene de dos regiones: Bosnia y Herzegovina, que tienen
una frontera muy vagamente definida entre ellas. Nuestro mayor interés era
conocer Mostar y Sarajevo pero por el camino hicimos una par de paradas en dos lugares emblemáticos: Pocitejl
y Blagaj.
POCITEJL
Es una pequeña
ciudad medieval, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, situada en el valle del río Neretva, a 30 km de Mostar, que desempeñó
un papel de gran importancia estratégica durante la época medieval. La
característica principal son sus reminiscencias islámicas del siglo 16, incluyendo
una madrasa, la mezquita Hadzi Alija, los baños, la torre sahat y la
Fortaleza Gavran-Kapetanovic, edificios construidos durante la ocupación
otomana pero, la mayor parte de ellos, gravemente perjudicados por la guerra de
los 90 .
BLAGAJ
La siguiente parada
que hicimos, poco antes de llegar a Mostar, fue en Blagaj para
visitar el monasterio derviche "Tekija" emplazado en un
bonito marco al pie de la montaña y junto al nacimiento del río Bruna. Fue
construido entre los siglos XV y XVI por una cofradía religiosa musulmana. Durante
varios siglos fue un punto de encuentro, entre miembros de diversas fraternidades, para mantener amistosas discusiones y charlas.
En uno de los rincones situados al borde del río, hicimos un alto en el camino y saboreamos un delicioso café turco ante tan magnífica vista y el sonido del agua que caía con fuerza .
Es la ciudad más importante de Herzegovina. Situada junto al río Neretva, entre 1992 y 1993, después de que Bosnia y Herzegovina declarase su independencia de Yugoslavia, la ciudad fue objeto de un asedio de 18 meses.
La entrada en Mostar nos
impresionó. Habiendo pasado algo más de 20 años, algunos edificios conservaban
el impacto de las armas, consecuencia de la terrible guerra civil que enfrentó
a musulmanes, croatas y serbio-bosnios, a principios de los 90.
Su
viejo puente, el Stari Most, que data del siglo XVI, forma parte del
Patrimonio de la Humanidad desde el 2005. Fue bombardeado el 9 de
noviembre de 1993 por las fuerzas croatas, convirtiéndose en el símbolo del
conflicto que, entre 1992 y 1995, dejó más de 200.000 muertos, consecuencia del
deterioro de las relaciones entre los bosnios musulmanes, los serbios y
los croatas que desembocaron en una guerra fraticida. Con la llegada de la paz, la Unesco inició su reconstrucción, inagurando el nuevo puente, en julio del 2004,
El
puente, siempre ha sido considerado como un símbolo de unión entre culturas (los católicos
croatas al oeste del río Neretva y los musulmanes al este). Tiene
una anchura de 4 metros y una longitud de 30. Lo flanquean dos torres, la Torre
Halebija (Oeste) y la Torre Tara (Este), añadidas en el siglo XVII.
Desde el fin de la guerra hasta el comienzo de las obras de reconstrucción
ambos lados del la ciudad permanecieron unidos gracias a un puente provisional
construido por ingenieros militares españoles destinados en Bosnia como parte
de la misión de paz de la ONU.
Cruzando el puente, entre el cauce verde esmeralda del río Neretva, vemos en una orilla las construcciones católicas croatas y en la otra las torres de las mezquitas musulmanas.
El camino del puente y las calles cercanas están
pavimentadas con adoquines. El entorno está rodeado de decenas de
pequeñas tiendas de artesanía y de antigüedades. En una pequeña parada
improvisada al lado del puente, nos llamó la atención un teléfono de la Segunda Guera Mundial, que adquirimos a muy buen precio.
Actualmente, el viejo puente "Stari Most" es el símbolo de reconciliación nacional en Bosnia Herzegovina. En una de las piedras conservadas del bombardeo han grabado: "Don´t forget ´93".
De Mostar a Sarajevo nos desplazamos por una de las carreteras más bellas del país. Un paisaje increíble entre las montañas de los Alpes Dinariques y el río Neretva con sus aguas turquesas y cristalinas.
Justo antes de llegar a Sarajevo, el río se convierte en lago y la gente va a bañarse y a practicar deportes acuáticos.
SARAJEVO
Siguiendo la carretera principal, a 129 km de Mostar, se encuentra Sarajevo la capital y
la ciudad más poblada de Bosnia-Herzegovina.
En la época de nuestra visita, el ambiente de las calles era
animado, cosmopolita y especialmente juvenil pero, sin embargo, las huellas de
la guerra eran todavía evidentes, mucho más que en Mostar y aunque la mayor
parte de los edificios estaban restaurados, otros seguían dañados y sin
posibilidad de reparación, conservando el recuerdo del terror que sus habitantes
soportaron durante casi cuatro años. El sitio de Sarajevo, que duró
desde abril de 1992 hasta febrero de 1996, fue el asedio más largo de una
ciudad capital en la guerra moderna.
Se estima que de las más de
12.000 personas que perecieron y las 50.000 que resultaron heridas durante el
asedio, el 85% de las bajas estuvo compuesta por civiles. Los francotiradores tomaron
la ciudad y algunas calles eran muy peligrosas de cruzar. Algunos barrios fueron tomados
por los serbios, mientras la
ofensiva serbia era detenida en otras zonas. Para contrarrestar el asedio,
el aeropuerto de Sarajevo fue abierto al transporte aéreo de la ONU a finales de junio de 1992 y la supervivencia pasó a depender en
gran medida de esta vía.
En la parte vieja de la ciudad la vida transcurría con normalidad. Por la calle principal, jóvenes y estudiantes paseaban entre un ambiente de bazares y cafeterías y apenas se veía gente mayor. Algunas mezquitas, que habían sido severamente dañadas, estaban reconstruidas.
Sarajevo . Plaza Brascalija
Ubicada en el centro de la ciudad vieja, en
la plaza de Bascarsija, se encuentra la Sebilj, una fuente pública de
madera y piedra en forma de kiosco, emblema de la ciudad. Un
punto de parada para disfrutar de los restaurantes, cafeterías y tiendecitas
que hay alrededor. De noche, iluminada, también tiene mucho encanto.
Sarajevo- Río Miljacka |
En las afueras de la ciudad vieja, visitamos el icónico Holiday Inn (edificio amarillo) que era el único hotel que funcionaba durante el sitio y donde se alojaban la mayoría de los periodistas que informaban en directo. También los francotiradores dispararon y mataron a dos mujeres que protestaban pacíficamente en frente de este hotel .
Y en lugar de parques, las colinas fueron ocupadas por cientos de losas blancas con una misma fecha final.
El tunel de la Vida o tunel Spasa
Entre 1992 y 1995, Sarajevo vivió
un auténtico infierno. La ciudad estuvo sometida durante 1.425 días con
bombardeos casi diarios de la artillería de los radicales serbios y la
mortífera acción de los francotiradores.
La única ruta de entrada y salida de la ciudad atravesaba la pista del
aeropuerto que desde julio de 1992 estaba bajo control de la ONU. Pero
para transferir a la fuerza internacional el control, los serbios pusieron como
condición que sólo se utilizara para las operaciones de los cascos azules y éstos
aplicaban a rajatabla el acuerdo.
El puente aéreo humanitario permitía la entrada de
alimentos a Sarajevo, la ciudad asediada, donde escaseaban los productos de
primera necesidad y, además, difícilmente podía defenderse si los bosnios no podían abastecer a sus fuerzas en la
capital, ni dotarse de munición.
Así nació la idea de excavar un
túnel por debajo de la pista del aeropuerto. Se empezó a construir en enero de
1993, en el más absoluto secreto militar y en condiciones muy precarias. Unos
300 hombres trabajaron en la obra y fue el 30 de julio cuando dos de ellos, procedentes
de los dos extremos de la excavación, consiguieron darse la mano bajo tierra. El túnel fue la salvación y la única entrada y salida para la población de la capital que sufrió el mayor
sitio de la era moderna, pudiendo obtener durante la guerra
comida, animales, ropa, armas, sacar a los más heridos a la zona libre, y tener un
cable telefónico para comunicar con el mundo exterior.
Nuestra visita
Llegar al tunel con el coche no fue fácil porque, por aquel entonces, el lugar no estaba bien señalizado. Normalmente se visita la entrada del túnel del aeropuerto (zona de Drobinja) pero preguntando llegamos por error a la entrada del otro extremo (zona de Butmir).
Llegar al tunel con el coche no fue fácil porque, por aquel entonces, el lugar no estaba bien señalizado. Normalmente se visita la entrada del túnel del aeropuerto (zona de Drobinja) pero preguntando llegamos por error a la entrada del otro extremo (zona de Butmir).
Un joven nos acompañó dentro de una casa en la cual había una estancia con restos de bombas y armamento de la guerra y, en un ángulo de ella, había la entrada al túnel al que no se podía acceder por posibilidad de hundimiento. Nos dijeron que el joven había vivido los enfrentamientos armados cuando contaba 12 años y por la forma de hablar y expresarse nos pareció que presentaba importantes secuelas psicológicas .
Entrada del túnel por la zona de Butmir |
A continuación, el joven nos acompañó con su coche a la otra entrada del túnel, atravesando el aeropuerto. En esta entrada las visitas estaban organizadas y se pagaba una pequeña entrada. Los dueños de la casa aún vivían allí y en algunas habitaciones había un museo con la historia del túnel.
El túnel tenía un longitud de 800 metros, la anchura no superaba un metro y estaba revestido de madera y acero.
La solidaridad de Barcelona ante Bosnia-Herzegovina durante el conflicto fue el inicio de una intensa amistad. El mismo año que Barcelona se preparaba con entusiasmo para acoger las olimpiadas de 1992, un primer convoy con alimentos y medicinas partía de la capital catalana mientras, el entonces alcalde Pasqual Maragall, pedía en vano la recuperación del espíritu de las antiguas polis griegas, que dejaban de hacerse la guerra en tiempos de Olimpiadas (Sarajevo había acogido los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984).
La antigua Biblioteca, uno de lo símbolos de Sarajevo, que fue arrasada durante la guerra en un incendio causado por los disparos de artillería del ejército serbiobosnio, estaba en obras de restauración. Había contado con un inventario de unos dos millones de publicaciones, entre ellos miles de textos antiguos de gran valor histórico y era el punto de unión y de encuentro entre las distintas culturas representadas en la ciudad, que llegó a ser considerada como la segunda capital del Imperio Otomano. Paradójicamente, el hombre que ordenó el ataque era un profesor de Literatura. ¡A lo que lleva el fanatismo!
La altura variaba a lo largo del recorrido; en el tramo de Butmir llegaba a 1,8 metros, pero bajo la pista del aeropuerto no llegaba a un metro, lo que obligaba a recorrerlo agachado. Las filtraciones de agua eran habituales y unas bombas eléctricas paliaban el problema pero con las lluvias fuertes o el deshielo, tras el invierno, el remedio no era suficiente y en ocasiones había que circular con agua hasta la rodilla. El suelo estaba cubierto por unos plafones de madera.
Después de la visita del túnel, que nos dejó bastante impresionados, estuvimos
callejeando y observamos como la ciudad se iba reconstruyendo.
La Catedral Ortodoxa serbia, una de las más antiguas, estaba recientemente restaurada y tenía una placa en agradecimiento a la ayuda que prestó el Ayuntamiento de Barcelona.
La solidaridad de Barcelona ante Bosnia-Herzegovina durante el conflicto fue el inicio de una intensa amistad. El mismo año que Barcelona se preparaba con entusiasmo para acoger las olimpiadas de 1992, un primer convoy con alimentos y medicinas partía de la capital catalana mientras, el entonces alcalde Pasqual Maragall, pedía en vano la recuperación del espíritu de las antiguas polis griegas, que dejaban de hacerse la guerra en tiempos de Olimpiadas (Sarajevo había acogido los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984).
Unos años más tarde, la alcaldesa
Semiha Borovac se expresó en términos similares: "Sarajevo está hermanada
con 25 ciudades, pero con ninguna está tan vinculada como con la de Barcelona".
La antigua Biblioteca, uno de lo símbolos de Sarajevo, que fue arrasada durante la guerra en un incendio causado por los disparos de artillería del ejército serbiobosnio, estaba en obras de restauración. Había contado con un inventario de unos dos millones de publicaciones, entre ellos miles de textos antiguos de gran valor histórico y era el punto de unión y de encuentro entre las distintas culturas representadas en la ciudad, que llegó a ser considerada como la segunda capital del Imperio Otomano. Paradójicamente, el hombre que ordenó el ataque era un profesor de Literatura. ¡A lo que lleva el fanatismo!
Actualmente la biblioteca ha sido restaurada e inaugurada de nuevo (2014) , con fondos de la Unión
Europea y el emirato de Qatar.
Nos
acercamos también a la histórica esquina donde Gavrilo Princip
asesinó el 28 de junio de 1914 al archiduque Francisco Fernando, heredero al
trono austrohúngaro, una chapuza que desencadenó la I Guerra Mundial. Una
placa, en el muro de una fachada, recuerda el acontecimiento.
Seguimos paseando, la diversidad de edificios es sorprendente. En pocos metros encontramos una mezquita, una iglesia ortodoxa, otra católica y una sinagoga.
Academia de Bellas Artes |
Avaz Twist Tower o torre giratoria |
Mezquita del Brey
|
Sarajevo aparentaba una ciudad pacífica, a pesar de que los viejos equilibrios entre las diferentes culturas y credos religiosos se habían roto en la guerra de los Balcanes. La llamada "Jerusalén de Europa" se había apagado y la cultura musulmana iba ganando terreno.
Abandonamos Sarajevo y tomamos la carretera que lleva a la frontera de Melkovic para pasar de nuevo a Croacia. La belleza del Parque Nacional Sutjeska, parecía ajeno a tanto horror.
Abandonamos Bosnia-Herzegovina con tristeza, un país donde la belleza de sus paisajes y sus culturas chocó contra la intolerancia y el fanatismo, provocando el horror y la destrucción.
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